miércoles, 20 de marzo de 2013

Ascenso del Río Chillar en Nerja

ASCENSO POR EL RÍO CHILLAR EN NERJA




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Ascenso del Rio Chillar en Nerja
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  Con un poco de retraso cuelgo esta ruta que hicimos en septiembre del año pasado en unas minivacaciones que pude cogerme de forma inesperada antes de que empezara el colegio de los niños. Hacía todavía calor y ese mes es el que siempre me ha gustado más para coger vacaciones porque no hay tanta gente y encuentras precios interesantes.

   Como fué todo muy precipitado y tenía que irme yo solo con los dos nanos (Mariló se uniría el fin de semana), decidimos coger la tienda de campaña e irnos al camping de Nerja; un poco lejos, si, pero es un destino que nos gusta y vamos cuando podemos; si bien es cierto que pierde su encanto cada año que pasa por la cantidad de extranjeros que hay con la correspondiente subida de precios y la pérdida proporcional de encanto de lo genuino y entrañable de ese pueblo. 

   En cualquier caso, mi objetivo estaba en otro sitio; tenía vista una ruta que me apetecía hacer mucho con los niños: El ascenso por el río Chillar que bordea Nerja en su desembocadura.

   El día amanece soleado, perfecto. El verano de 2012 ha sido terriblemente seco y uno de mis miedos era encontrarme el río medio seco y sin agua; sorprendentemente la había en tal cantidad que merece la pena tenerlo en cuenta a la hora de organizar esta ruta en un futuro, no vaya a ser que sea peligrosa en años lluviosos.

   Callejeando un poco llegamos a la zona donde aconsejaban dejar el coche; después comprobamos que podíamos haberlo dejado mucho más cerca del comienzo de la ruta pero bueno, no vino mal estirar un poco las piernas en seco antes de meternos en el agua.
  
     
  Nos llamó mucho la atención la cantidad de zapatos que había tirados por la cuneta; al final supimos el motivo pero vaya, la gente podría ser un poco más civilizada y tirarlos en un contenedor.

   
  
  Después de bajar una buena cuesta, ya cogimos la vereda que bordea el río hasta llegar a la cantera, que es donde realmente empieza la ruta y hasta donde podríamos haber dejado el coche. Al principio intentábamos saltar de piedra en piedra para no mojarnos los zapatos demasiado... ilusos que éramos. Enseguida nos dimos cuenta que iba a ser inevitable mojarnos los zapatos, así que.. ¡todos al agua!.





   El paisaje ya de por sí era bonito, pero lo fué mucho más conforme el río iba buscando su camino entre las laderas de los cerros por los que discurría; el paso se iba estrechando poco a poco..




   Sabía que la ruta era de unos 8 Km ida y otros tanto de vuelta; la idea era ir tranquilos para que nos diera la hora del almuerzo en el punto de destino y volver sin prisas después de comer. A una velocidad normal andando, esa distancia se recorre en menos de dos horas; cuando lo haces pisando sobre piedrecitas inestables, venciendo la corriente del agua, contemplando cada rincón que te rodea y yendo con dos niños pequeños, la cosa puede terminar en 5 horas, que fué lo que tardamos en llegar. 

   El hecho de llevar niños en una ruta así es complicado como no vayan apareciendo "alicientes" de vez en cuando.. la terrible frase de "me aburro.." sobrevuela el ambiente constantemente, y aquí no está el Bob Esponja de turno para usar de comodín. La caminata era pesada y parábamos en cualquier sitio para ver animalitos, subirnos a árboles o lo que hiciera falta para mantener el interés de los nanos.




   Empezamos a escuchar un murmullo de fondo que iba incrementándose conforme avanzamos; imaginaba que podría ser, pero dejé que los pequeñajos investigaran: Una cascada.

    
   Yo creo que todos los niños del mundo han soñado alguna vez con meterse debajo de una cascada; mi hija no iba a ser menos y, después de mucho pensárselo, se atrevió.


   Luisillo no terminó por animarse y me resultó raro porque es más lanzado para estas cosas,despues terminaría jartándose de agua.

   El siguiente gran aliciente de la ruta era el paso por la garganta; increiblemente bonito. Solo por eso ya merecía la pena la caminata.









  Siguiendo un poco en la ruta llegamos a la zona de las pozas; piscinas naturales donde nos bañamos todos y los niños disfrutaron como lo que son. Iban apareciendo de tanto en tanto y en todas paramos a refrescarnos.

 
   Más zonas de gargantas.. aunque no tan espectaculares...



    Y tramos invadidos por la naturaleza...


   Llega un momento en el que el desnivel empieza a crecer, y lo que hasta ese momento era una leve inclinación se convierte en sortear continuos saltos de agua.. cansado pero realmente bonito.





   A los niños ya le costaba un poco seguir y viendo que teníamos que volver, decidimos quedarnos en una poza con un chorro de agua donde comimos, nos bañamos y los nanos disfrutaron un buen rato.


   
   La ruta seguía un poco más y tenía como alternativa de vuelta el hacerlo por una especie de acequia que discurre por el borde superior del cerro; estuve muy tentado de animar a los chicos que avanzáramos un poco más para buscar ese camino, pero los pobres estaban muy cansados ya y no insistí. Ahora que lo pienso hubiese tenido que insistir un poco más porque la vuelta se hizo pesada ya que los zapatos, con tanta agua y tanta piedrecita, terminaron por agrietarse y, en mi caso, romperse; es la explicación de tanto zapato tirado al principio de la ruta.

  
   En este croquis se ve el recorrido con la vuelta por el canal, paralelo al río. 

  
   Y en esta foto se puede ver lo que nos perdimos.. aliciente perfecto para repetir la ruta en un futuro.

   La vuelta la hicimos con más ligereza pero, eso sí, parándonos en TODAS las pozas de nuevo; los niños NO se jartaron de agua.

   Dió tiempo de disfrutar de la vista.




    Llegamos maltrechos y cansados a la zona de la explanada; Luís casi no podía ni andar el pobre así que les dije que se sentaran junto a un árbol y me acerqué a por el coche; la cuesta final se me hizo eterna con los zapatos mojados y reventados.

  

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