lunes, 20 de febrero de 2012

Ruta Del Agua (En Bicicleta desde Gerena a la Cantina)


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Ruta Del Agua (Gerena a Cantina)

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  Domingo 19 de Febrero de 2012

 El día amanece soleado y no demasiado frío; el día anterior tuvimos un bautizo y no se cuantas cervezas me tomé..muchas. Me levanto más temprano que de costumbre para la ruta; es circular, exigente y no se que tiempo me va a llevar hacerla.


     La Ruta del Agua tiene como punto de partida, las instalaciones de EMASESA en Carambolo; y como final los Lagos del Serrano a la altura de El Ronquillo; en total son 68 kilómetros, demasiados para una ruta circular, así que mi objetivo era salir de Gerena y llegar al contraembalse del Gergal; en total unos 60 km. El resto de la ruta la haré en otra ocasión.

  En Gerena me dirigí al Museo del Cantero, desde el que sale un camino que empalma con la ruta. Dicho museo tiene una visita a las canteras, pero estaba cerrado; incomprensible siendo un domingo, día típico para que las familias visiten este tipo de instalaciones.



 La ruta transcurre plácida entre olivos; enseguida confirmo lo que ya me esperaba; va a ser un perfil tipo "dientes de sierra", un continuo sube-baja de los de dejarte un aliento.

   
  
  Al poco tiempo llego a  la zona de Casablanquilla donde me encuentro con más vegetación en el cruce del arroyo.

   Es un respiro después de tanto polvo y tanto olivo.


  
    Al llegar a la zona de Casablanquilla, hago una foto a un cortijo que por allí hay.




     Pasando por debajo de la autovía a Mérida y siguiendo el camino, se llega a la carretera Guillena - Pajanosas a la altura del Zoo; un tramo asfaltado me lleva a la continuación del camino en tierra; menos mal que hay un cartel que lo indica. De ahí, lomita arriba - lomita abajo, se llega al comienzo de la zona reestringida de la ruta, la que bordea el pantano del Gergal, y en definitiva, la más bonita.

   Son 15 kilómetros con varios miradores y zonas de descanso con bastante tráfico de bicicletas y familias andando. El sol empieza a pegar fuerte y me empiezan a sobrar todo tipo de ropa. El perfil sigue con el sube-baja y las rampas (y la cerveza) empiezan a pesar un poco. 



  
Yo a mi bola, como no, me paro en todos los miradores para contemplar en paisaje.


  
    A media ruta llego a la parte jodida del tema; El mirador de la Solana Recio. Todo empieza cuando el camino, después de cruzar un pequeño puente, empieza a inclinarse para arriba. Ya había subido varios repechos en esta imitación de montaña rusa que es la ruta, pero este repecho, juro por Dios, que me empieza a fatigar. Hacía poco me habían pasado a toda pastilla dos ciclistas de esos que van flama; malliots iguales todo verde guapitos; bicicletas con frenos de disco que te cagas; pues uno de ellos estaba parado medio fundido a la mitad de una rampa, balbuceando "que malos son los cubatas, que malos son los cubatas"... Le pasé como pude y seguí con gran esfuerzo hacia arriba; la cuesta era interminable y las fuerzas se me agotaban por segundos; pararme era una locura, sería imposible reanudar la marcha encima de la bici, así que intenté un último esfuerzo sin saber muy bien cuando quedaba de subida. Me preocupaba mi deterioro físico y realmente me asusté cuando, con la mirada casi perdida, noté algo áspero en la punta de la lengua; estaba llena de tierra; la llevaba arrastrando por el suelo. A partir de ese momento sentí como la vista se me nublaba, era como un zombi encima de una bici, veía entre penumbras como, con movimientos descontrolados, me acercaba cada vez más al borde del camino, un precipicio tenebroso. Justo antes de desfallecer, cuando los primeros espasmos llegaron a mis articulaciones, uno de estos hicieron que mi mano derecha soltara la empuñadura, resbalando por el manillar, prácticamente sin vida, hasta que se topó con una especie de palanca.. esta se movió y .. !Dios! entró el plato pequeño de la bici! no me acordaba del PLATO PEQUEÑO DE LA BICI!. Sorteé en el último momento el precipicio, enderecé la rueda delantera, bebí un poco de agua con limón con el pitorrillo que va a la bolsa de agua de la mochila y que seguramente tendrá restos de clembuterol o algo parecido, y de pronto noté como se me tensaban los músculos de las piernas y brazos cual increible Hulk. Tomé el control de la situación de nuevo y, esquivando cientos de ciclistas muertos en el camino, llegué a la cumbre.


El mirador Maldito
  

Vaya si lo pasé mal subiendo la cuestecita. Exagerado soy, si, pero en la gráfica se ve lo bestiaja que era la cuesta. La Solana del Recio; recias se te quedan las piernas cuando llegas arriba.






  Lo peor había pasado y el resto de toboganes que me encontré, quitando una tachuela, eran chuchería comparado con la dichosa Solana del Recio.

  
     Es verdad que en muchas de las fotos solo se ve el agua del pantano del Gergal.




     Como en las fotos de arriba y también en las de abajo.


    
   Pero es que resulta que la ruta se llama "Ruta del Agua". Si se viera un ñu comido por un cocodrilo se podría llamar "Ruta del Serengeti", pero no es el caso. Así que.. toma agua.



   
    La ruta llegó sin más contratiempos hasta el contraembalse del Gergal, un sitio llamado "La Cantina", que es un nombre bien puesto ya que allí hay una cantina donde la gente, después del esfuerzo, pueden recuperar fuerzas bebiendo cerveza, fumando o jartándose de comer; yo me tomé una manzanita mirando lo que será un próximo objetivo; bordear el embalse de Guillena hasta los Lagos Del Serrano.


   Embalse de Cuillena detrás del contraembalse, habrá de visitarlo en un futuro.
  

Pensé en hacer la vuelta por el Cordel de la Cruz de la Mujer, pero en el último momento me volví por donde había venido bordeando el pantano del Gergal. La cumbre maldita fué más fácil desde este lado y antes de darme cuenta estaba camino de Casablanquilla.


  Esta foto se la dedico a mis compañeros de ELECTROAMSA y EMASESA 
(la casetilla está pegada al cartel).

   El último tramo fué algo fatigoso porque llevaba ya 50 kms en las piernas y porque en una de las paradas para hacer fotos me dí un castañazo con un pedal en la pierna y la llevaba chorreando en sangre (bueno, solo un poquito, pero me dolía leñe). En el último momento perdí el camino y tuve que recorrer una decena de metros haciendo el cabra para recuperar la ruta.


  



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