lunes, 13 de febrero de 2012

Ruta en Bici por el Corredor Verde del Guadiamar.


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Corredor Verde Del Guadiamar
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  El Guadiamar es el último gran afluente del Guadalquivir antes de que este vierta sus aguas en el Atlántico. También es el Guadiamar el río que, naciendo cerca del Castillo de las guardas, une Sierra Morena con el Coto de Doñana. Sus aguas son famosas y veneradas en el conocido "Vado del Quema", donde los caballos, bueyes y peregrinos de la Romería de la Virgen del Rocío, se refrescan a su paso. 

    
   Por desgracia, el cauce del Guadiamar también es tristemente famoso por ser el camino que tomó una marea tóxica en 1998; seis millones de toneladas de lodos altamente contaminantes se derramaron al romperse una balsa de residuos en las minas del Aznalcollar. Fué, es y esperemos que será la mayor tragedia medioambiental de España (fué lamentable, patética, esperpéntica y nauseabunda la postura de la Junta de Andalucía en este asunto queriendo suavizar el desastre; cuatro años después pasó lo del Prestige y díganme ustedes, en 2012, que ha quedado grabado en la memoria...).


desastre de Aznalcollar

    Después del esfuerzo de tantísima gente para que los lodos no llegasen a Doñana (que parte llegaron...si, por mucho que nos vendieran la moto); con el tiempo el cauce fué más o menos limpiado (no del todo, seguramente nunca) del lodo contaminado. Cuando haces un agujero con un cigarro en la tapicería del coche, después de jurar en hebreo intentas tapar del desastre con un tapete más o menos hortera de colores; pués eso hizo la Junta; crear un Corredor Verde Protegido; que más bien es para proteger el resto del mundo de la zona contaminada. 

  Con el paso del tiempo y los años la naturaleza, como era de esperar, se ha hecho hueco poco a poco y lentamente está recuperando su espacio natural. Hoy en día el Corredor Verde del Guadiamar ha quedado como un enorme monumento a lo que no debería ocurrir más.



   La ruta empieza en Aznalcollar, junto a unas ruinas Romanas y cerca del Río Agrio. El día se presenta frío, por debajo de cero, pero soleado; perfecto.

    Siguiendo el sendero marcado y bordeando el Río Agrio, me desvío, cruzando este por esta pasarela:

 
   Para subir a un mirador y poder ser testigo del tuneado desastre:


  
   Volviendo a la ruta, llego por fín a la desembocadura del Río Agrio en el Guadiamar. El día es perfecto para hacer bicicleta; me gusta ir solo porque me paro para hacer fotos, me desvío las veces que se me apetece, y sobre todo porque me gusta escuchar música y hoy el menú es cañero; "Planet Pit" de Pitbull y la edición electrónica del "Nothing But The Beat" de David Guetta.

   Poca gente me encuentro por el camino; domingo por la mañana, frio de la muerte, camita calentita... que no!.

  Sigo la ruta y me doy cuenta que quitando la zona cercana a Aznalcollar y la parte de Aznalcazar, el resto está más bien poco señalizado; me cruzo con tres ciclistas más perdidos que Adán el día de las madres; ellos prefieren seguir por un camino y yo eligo el que pone "observatorio". Perdido en la vegetación encuentro este regalo.

 
   Guiándome un poco por el instinto y sin perder nunca de vista el río, paso por debajo de la antigua carretera Sevilla - Huelva y poco después por debajo de la A-49.

   Es un recorrido muy poco exigente y antes de darme cuenta llego a Aznalcazar y su centro de visitantes; antes paro ante las ruinas del único puente Romano que cruzó en su momento el Guadiamar.

 
  En esta parte del río hay una zona acotada que en su momento se acondicionó para las visitas; se deja ver entre la maleza un sendero de madera olvidado a su suerte.

 
   Entre la vegetación se ve que el otro lado del río si está acondicionado; casi me quedo con la vegetación descontrolada de esta orilla.

  
   Sin pararme en el centro de visitantes porque está cerrado y solo funciona el bar y no quiero sucumbir ante una cerveza, cruzo el río por un puentecito y llego a una especie de circuito botánico acondicionado, lleno de gente haciendo barbacoas y familias paseando.

 
    Recorro el jardín, muy bonito, me tomo mi naranja y sigo mi camino bordeando el cauce del Guadiamar y buscando un sendero que me lleve a los pinares de Aznalcazar. Después de una cuesta tremenda que me deja casi agotado, llego al cruce que le lleva a los pinares.

   Muy extenso y aparentemente muy bien acondicionado, los pinares de Aznalcazar invitan a domingo de barbacoa. Me dejo perder un poco por los pinares y viendo que se hace tarde busco mi camino de vuelta; la vereda por la que vienen las carretas del Rocío; se que me voy a encontrar con mi mayor enemigo y espero salir airoso; la arena.

  Hay arena y mucha, lo que me obliga a ir sorteando árboles buscando la hierba; por fín parece que la dejo atrás. Me quedan un buen montón de kilómetros hasta casa.

   Si conseguí vencer a la arena, caí derrotado por el viento de cara. El camino transcurre por campos arados casi sin vegetación, el viento de cara y el manillar de la bici que se me ha aflojado un poco; a la altura de la Juliana me rindo y busco desesperado la carretera. De allí a Bormujos es más o menos tranquilo.

Todo comienza aquí:

El gran objetivo


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